«YMCA me transformó como persona».
Recibimos a Aroa en nuestro centro YMCA de Valladolid cuando tenía 13 años. Venía derivada por los Servicios Sociales por encontrarse ella y su familia en situación de vulnerabilidad. Era una adolescente “rebelde, agresiva, que no iba a clases y suspendía y repetía cursos sin importarme nada”.
Cuando llegó a YMCA se la incluyó en el programa de Infancia y Juventud y, en especial, en las actividades de Refuerzo Educativo en el que recibiría apoyo en sus tareas escolares y en estudio de las materias que más le costaban. “Al principio yo no quería venir”, cuenta Aroa, “me sentía desmotivaba. Esto era una obligación y venir a YMCA no era mi elección, más bien otro castigo”. Pero en las tutorías individuales con las educadoras del centro “recibí apoyo psicológico y moral que tanto necesitaba”.
Gracias a su estancia en YMCA y a la dedicación del personal con ella en sus actividades, cuando terminó el programa, “a pesar del alivio que sentí, lo eché de menos”. Nos comenta que fue muy difícil para ella conseguir acabar la ESO, teniendo que aprobar todos los cursos anteriores en 4º, pero que lo consiguió porque “aquí en YMCA me di cuenta de que acabar mis estudios servía para algo”.
La familia de Aroa agradeció su paso por YMCA, gracias al cual consiguió algo que parecía imposible: sacarse el graduado en ESO.
Aroa decidió realizar un ciclo formativo de grado medio de Técnico en atención a personas en situación de dependencia, por no quedarse con los brazos cruzados. “Y fue entonces cuando encontré mi vocación”. Descubrir que el trato con personas le encanta y que es a lo que quiere dedicar su vida, hizo que Aroa continuara formándose, realizando el grado superior de Integración Social para descubrir que, al finalizarlo, pudo realizar sus prácticas profesionales en YMCA.
“Y aquí estoy de nuevo, ocho años después, ahora sí, por decisión propia, ayudando a los niños y niñas como en su día me ayudó a mí YMCA”. Aroa cuenta que aquí aprendió a darle rumbo a su vida, eligiendo sus estudios y su futuro. “Mi familia se sienta orgullosa de mí ahora. Yo era una bala perdida y ahora tengo un futuro muy bonito por delante”.
¿Qué quieres decirle a las niñas de hoy, nuestro futuro?
Lo resume bien el rapero Nach cuando dice: «No importa la pobreza en los bolsillos, si hay riqueza en la cabeza». Persigue tus objetivos, lucha por tus metas. Porque lo importante no es de dónde vengas o lo que tengas, si no lo que tú crees y lo que tienes en tu interior.