Hoy se celebra el Día internacional del beso y por ello es importante hablar de consentimiento.
Según algunas películas y series, robar un beso a otra persona es algo inocuo, incluso positivo. Si es el hombre el que lo hace, se le presenta como alguien valiente, romántico: lanzado a por lo que quiere conseguir.
Para encontrar este tipo de comportamientos no hace falta irse muy lejos: basta una búsqueda en Google hoy, en el Día internacional del beso, para darnos de bruces con fotografías, vídeos y frases que nos muestran escenas parecidas. ¿Y la chica? ¿Ella quiere ser besada por un desconocido?
Como primera evidencia, la famosa fotografía de Times Square (Nueva York) donde un marinero besa a una enfermera tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Es innegable que estaban viviendo un momento de alegría: los japoneses se habían rendido y la gente celebraba en las calles. Sin embargo, como relató el protagonista de la fotografía: se acercó a ella porque llevaba un uniforme de sanitaria, la cogió por la cintura, la besó y se fue.
Igualmente, hay otras pruebas de esto que hablamos, por ejemplo, en la literatura: el escritor Guy de Maupassant puso la siguiente frase en los labios de uno de sus personajes: “Un beso legítimo nunca vale tanto como uno robado”.
Y todavía más cerca de nosotros/as: en 2016, la Policía nacional publicó el siguiente tuit:
Todos estos ejemplos tienen un denominador común: son besos robados, y por tanto, no hay consentimiento. Es acoso.
Está grabado muy dentro de nuestro imaginario colectivo. Por culpa del mito del amor romántico banalizamos estas acciones y mensajes, pero si no es un beso solicitado o esperado, no es entregado por buena voluntad. Por tanto, es un no: no quiero, no me gusta, no lo consiento. Y no es no, aunque algunos piensen que cuando una mujer dice no, es un sí disfrazado y lo que hace falta es insistir.
Por eso, hoy, en el Día internacional de los besos, queremos recordar que, sin consentimiento, es acoso, es un delito.
El proyecto de #EsoNOesamor: prevención y reducción de la violencia de género y los delitos contra la identidad e indemnidad sexual en la adolescencia y la juventud, está financiado por el Ministerio de Inclusión, Seguridad social y Migraciones y cofinanciado por el Fondo de asilo, migración e integración de la Unión Europea.
