El objetivo del estudio es obtener datos que permitan poner en marcha iniciativas que ayuden a los jóvenes a manejar su presencia y exposición en Internet y redes sociales de la forma menos vulnerable posible.
Para realizar el estudio la muestra que se ha tomado es de jóvenes entre 14 y 24 años y se ha dividido en dos ámbitos: qué uso realizan de Internet y redes sociales y a qué riesgos se exponen.
En cuanto al uso que los jóvenes hacen de Internet se han obtenido los siguientes resultados:
De forma muy mayoritaria, los y las jóvenes disponen de un smartphone y un ordenador portátil de forma particular, es decir, sin compartirlo con otra persona. Se destaca también que es a través del móvil como más frecuentemente se conectan a Internet.
Así, la amplia mayoría (91,2%) tiene un perfil en redes sociales que utiliza habitualmente y algo más de la mitad declara tener más de 250 contactos en la red social que utilizan con más frecuencia.
Luego, los jóvenes declaran qué tipo de actividades realizan en Internet de forma frecuente. En este sentido, los datos aportan que algo más de un 90% utilizan Internet para búsqueda de información o para escucha y descarga de música, seguido muy de cerca con mantener contacto con personas a las que no pueden ver de manera frecuente.
Así, los chicos jóvenes utilizan Internet también al mismo nivel (un 70%), pero para jugar online a videojuegos o similares. Mientras, las chicas lo utilizan más para subir contenido audiovisual a sus redes (un 60%).
Sin embargo, en cuanto al uso que hace la población joven de Internet, se ha disparado la alarma en cuando al apostar online, con un 22’8% de uso frecuente, más en la población masculina.
Nos preguntamos entonces, ¿a qué tipo de riesgos se exponen con el uso de las nuevas tecnologías? El estudio lo divide en 5 ámbitos:
En cuanto a consumo de contenidos de riesgo, los y las jóvenes señalan haber accedidos a páginas donde se publica mensajes de odio (38,1%), experiencias sobre drogas (33%), o maneras de autolesionarse o incluso suicidarse (21,1%) entre otras.
Sobre la pérdida de intimidad y privacidad, el 66% cree que el envío de imágenes privadas y comprometidas sin consentimiento es “bastante frecuente”. Y, el 70% señala que el acoso en Internet y redes sociales es “mucho más frecuente de lo que se dice”.
Un 34% afirma haber sufrido maltrato, frente al 9,2% que reconoce haberlo ejercido. Y, en cuanto a la dependencia que las nuevas tecnologías le han creado, un 55,4% confiesa que mira el móvil constantemente.
El 43% de los y las jóvenes señalan que alguna vez han tenido que pedir ayuda o consejo sobre situaciones que le surgieron en Internet y redes sociales y no pudieron resolver solos. En estas ocasiones, los amigos y amigas son, con mucha diferencia (78,1%), las personas a las que se suele acudir. Los padres y madres quedan en segunda posición con un 29,6%.
Como conclusiones, vemos que, aunque las TICs facilitan muchos aspectos de la vida de las personas, también generan numerosas dualidades a la hora de relacionarse y gestionar una imagen pública.
Los y las jóvenes se posicionan del lado de las ventajas, pero son conscientes de que existen ciertas contrapartidas a afrontar: el potencial relacional es enorme, pero están convencidos del riesgo que corren de que les hagan daño, de perder su intimidad o de los complicado que es controla la imagen online. Incluso son conscientes de que se acomodan, pierden tiempo y pueden llegar a aislarse.
Así, es necesario adaptarse a estos nuevos contextos comunicativos en redes sociales y los jóvenes deben: aprender a utilizar recursos que no les provoquen esos sentimientos de incertidumbre, pérdida de intimidad o dualidad entre el yo online y el offline. Así, deben controlar la exposición personal y que lo online tiene reflejo fuera de la red e implica también algunos riesgos.
Por estos riesgos y peligros en este entorno, se ven esenciales determinadas mediaciones con relación a los usos: ayudando en las situaciones de necesidad, educando en nuevas claves de comunicación… Así como que estas impliquen el acercamiento de los adultos a cómo los jóvenes entienden su forma de relacionarse y socializar digitalmente.